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Hay gente que se empeña en ver el vaso medio vacío, en que el que va delante es inalcanzable y que el de atrás le va a superar en breve. Gente para la que los finales de las series son siempre malos y es mejor ver películas en casa que en el cine. Son los que dicen que beber buen vino es de pijos y snobs, que el Prado va a estar ahí toda la vida y que no hay prisa por ir a verlo, que Nueva York no es más que marketing y París una ciudad cara con muchos gabachos. 
 
Esos, esa calaña de mediocres, son los que nunca reconocen el triunfo de la mayoría excepto si juega a su favor. Son los del «pobrecito de mí», el «quién me pone la pierna encima» y semejantes sentencias miserables.
 
A lo mejor pensáis que estoy cargando tintas y que cada cual piensa lo que le da la gana. Y lo segundo es cierto. Pero también lo es que cada uno será, hasta cierto punto, lo que quiera ser. Que lo de aprovechar el día y exprimirlo no es cosa del club de los poetas muertos. Que los cenizos atraen los nubarrones y los que sonríen te dan luz entre las tinieblas. Que agarrarse a un clavo ardiendo al menos da más calor que dejarse caer y hundirse en el mar. Que la vida son diez minutos mal gestionados y nos pasamos tres lamentándonos y cuatro escuchando los lamentos de «esos». Porque el que no es de «esos» siempre tiene lugar para la esperanza en la enfermedad, para el perdón en la disputa, para olvidar y dejar marchar lo que o a quien no «suma».
 
Por eso yo me agarro a ser de los que a lo mejor no somos mayoría, pero nos creemos en ella. Hasta que me demuestren lo contrario soy de la mitad más uno que ve el sol en diciembre. De la mitad más uno que confía en que saldremos de esta. De la mitad más uno que piensa que vamos a ganar y no a perder.
 
Y la mitad más uno es mayoría.
 
Recordad: nada es seguro, pero todo es posible. Seguro que los de la mitad menos uno lo dicen al revés.
 
PD: «nada es seguro, pero todo es posible» es una cita del psicólogo Amado Ramírez Villafañe.
Doctor Brown

Iba para inventor en los 50. Me quedé en el intento de escribir algo interesante. Vive y no dejes morir... de aburrimiento.

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