Si les apetece, puedo jugar a ser adivino. Puedo ver, poderes que se le conceden a uno, lo que sucederá el próximo lunes. ¿Apostamos?Acompáñenme e imaginen: Valladolid (o Palencia, o Segovia, por ejemplo). Hace calor. Intenso, agobiante, extremo. Luis entra en el bar a primera hora de la mañana. Saluda con la mano a los habituales que aún no han pillado vacaciones. Será en agosto. Pide uno con leche, en vaso y sin azúcar. Sin hielos ni chorradas. Marta acaba de dejar libre el periódico porque vuelve a la oficina. Le sonríe y él contesta con una mueca. Sabe que han ganado los de ella, aunque estén a la espera de pactos. En breve empezará el mercadeo, el «quid pro quo, Clarise», el «dame la oficina de la esquina, la que tiene vistas al parque y la mesa grande».
Llega el café y el primer sorbo es amargo, como el recuento de ayer por la noche, y caliente, como el amanecer sahariano que afrontan las tierras castellanas. Luis pasa las páginas sin fijarse más que en los titulares. Las generalidades van y vienen. Saluda a otro par que acaban de llegar y discuten sobre encuestas, medias verdades y cambios de opinión que ocuparon muchos tuits.
*Así comienza el artículo «El día después», publicado en El Norte de Castilla el 20 de julio de 2023. Puede continuar su lectura aquí