Chico, todo son problemas. Tú, que eres de levantarte con tiempo y tener la ruta repasada, cosa que aprendiste de tu padre y sus mapas del RACE… Tú, que te duchas por la noche para levantarte a las cuatro de la madrugada, hacer el primer tramo con la fresca y llegar al destino lo suficientemente pronto para aprovechar el día de playa, piscina o lo que sea menester… Pues sea por la maldición maya que se cierne sobre tu cabeza, por la conexión entre Casiopea y la Osa Mayor en estos días o porque tu mujer ha terminado de lavarse la cabeza a las ocho y cuarto y sale rezongando como un hidra y repitiendo eso de: «como si no hubiera estado haciendo nada», la hora de partida son las diez y media de la mañana. Cosas de la edad, que decían Modestia.
Cuando ya has conseguido configurar el Tetris organizativo que resulta de restar a un maletero enorme una cantidad ingente de maletas, bultos, mochilas, útiles de baño y un botiquín para los «porsiacasos», comienza el festival. Y no hablo del Mad Cool o el paisano Conexión. Esta columna trata del sufrimiento que en verano taladra a muchos padres de familia durante el viaje a las deseadas y merecidas vacaciones.
Y es que el mal de nuestra era adopta el tamaño del gigante verde de los guisantes al ponernos en ruta: «me aburro», dice uno de los nenes.
*Así comienza el artículo «Papá, pon la radio», publicado en El Norte de Castilla el 29 de junio de 2023. Puede continuar su lectura aquí