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Uno busca a diario razones para vivir. Se enajena por las más surtidas circunstancias, encuentra grietas en su rutina para argumentar, “objetivamente”, que el mundo está en su contra. Y rara vez, muy de tanto en tanto, toma distancia sobre su propio “ecosistema” para observar todo lo que hace su vida, nuestra vida, especial.
No. “Yesterday” no va de esto. O sí. Quizá un poco, o un bastante. Trata de lo que sientes al arrebatarte algo tan íntimo y profundamente ligado a tu historia que apenas lo aprecias. Siempre está ahí, total… Y de pronto, puf. Una nube de humo imaginario hace que desaparezca eso que has tarareado con tus amigos, aquel disco que te legó tu padre y, ahora que no está, parece llevar su olor. Lo que sonaba la primera vez que bailaste con esa chica… y lo que escuchaste mientras desgajó tu corazón. ¿Cómo sería tu vida si tu mejor amigo jamás hubiera existido? ¿Y si no pudieras contar batallitas de aquel profesor porque nunca os hubierais cruzado? ¿Hubieses tenido ese carácter de no haber sufrido tanto en aquella ocasión? De eso va “Yesterday”. De admirar las rosas antes de que se marchiten (¡si hubieran existido!), de respirar a la orilla del mar, del olor del rocío en la hierba por las mañanas… De enfadarte menos y disfrutar más (o, que al menos, el balance diario salga positivo), de escuchar el chelo de Eleanor Rigby y llorar, de gritar cada gol de tu equipo con alegría desbordante, de desgañitarte en el falsete de Help!, de abrazar a tus amigos en sus bodas aunque sepáis que nada será lo mismo (ya no lo era, idiotas. Ya era mejor), de cantar en cualquier bar la parte del la, la la, laralala de Hey Jude en vez de la cutrez del momento que, en tres meses, te dará vergüenza ajena que suene…
De emocionarte con La la land a pesar de que los críticos digan que es cursi y moñas, de saber la frase que sigue al acorde inicial de A hard day’s night, de visitar el edificio Dakota solo por saber qué John vivió (y murió) allí, de tomarte menos en serio los informativos porque todos, todos, cuentan solo una parte de la verdad. De recordar aquella vez que ayudaste a alguien desconocido (él o ella, ¿qué más da?), de si me querrás cuando cumpla 64.
Es muy posible que no sea la película de vuestra vida, y dudo que lo pretenda. Pero si salís de la sala con el remusguillo de aprovechar más y mejor aquello que ya tenéis, el efecto se ha logrado.
Obladi, oblada, life goes on…
(El grito lo ponéis vosotros).
Doctor Brown

Iba para inventor en los 50. Me quedé en el intento de escribir algo interesante. Vive y no dejes morir... de aburrimiento.

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