En la época de las Aitanas, Danielas, Lucías, y en la que se pasa lista a Martines, Beltranes y demás nombres de diferente calado, hablar de un Cipriano chirría. Elecciones extrañas propias de la Castilla profunda o herencias del santoral, dirán los adalides de lo gourmet y el buen vivir. Pero no.
El asunto tiene historia. Una bastante curiosa que abre y cierra ciclos. Y con el permiso de quien lea estas letras, me dispongo a amenizarle el cuarto café con porras de la semana poniéndole en situación.
Hubo una vez un tal Matías Niño, natural de Encinas de Esgueva y comercial de profesión.Poseía, por lo visto, cierto don artístico. Más para la actuación que para el bel canto. El bueno de Matías, en plena posguerra, se enroló junto a su mujer y otros tantos (una joven Lola Herrera entre ellos) en un grupo de teatro radiofónico en la E.A.J.-47, el germen de la actual emisora vallisoletana de la Cadena SER.
*Así comienza el artículo «El señor Cipriano», publicado en El Norte de Castilla el 4 de mayo de 2023. Puede continuar su lectura aquí